Cruzando los Campos Eliseos mi vista alcanzaba la Torre Eiffel, donde desde su cumbre comenzaría la receta de este delicioso apam. No puede resistir la tentancíoon del encanto de Notre-Dame allí las gárgolas me dieron unas fresas para hacer una suave crema. A la orilla del Sena la Isal de la Cite susurró que podría encontrar una gotas de champan para la masa por las tiendecitas del barrio de Montmartre, famoso por la basilica Sacré-Cœur. Me perdí entre sus calles hasta llegar al Moulin de la Galette donde antaño se molia no solo trigo sino flores.
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