Visitando las ciudades imperiales de Marruecos encuentras perlas escondidas como la pequeña Asilah, al borde del mar que me recuerda estos pequeños Apam, avanzas tu ruta bajo el sol en forma de huevo que se derrite en el bazar cercano a la plaza de Yamaa el Fna en Marrakech, y puedes perderte en sus especias y comprar chocolate y ese preciado te de menta que disfrutas en Chaouen entre sus pequeñas callejuelas azules y sorprendentemente refresca tu piel.
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